Leandro Romagnoli es el primer chico al que Ruggeri le dio tiempo de Primera. Ricardo Verón es la última apuesta. A los 19 años, los dos ya sueñan como grandes: seguir arriba y ganar el título con San Lorenzo.
"Sueño con ser campeón. Con dar la vuelta en el Nuevo Gasómetro... Sería bárbaro. Nos queremos mentalizar para ese momento".
-¿Y si se define en la última? La tendrían que dar en River...
-Sí, pero después venimos a festejar a nuestra cancha, je.
La sonrisa de Leandro Romagnoli esconde la ansiedad de fondo. Y un deseo. Claro, San Lorenzo alcanzó a River en la punta del Clausura. Quizás en el momento ideal, porque el golpe llegó en la recta final del campeonato. Entonces sobran razones para pensar que esta vez se puede. Que hay argumentos. "Lo que antes era una ilusión, ahora es una realidad. Podemos pelear en serio", cuenta Ricardo Verón. Los pibes se unen en el mismo desafío. Como cuando jugaban juntos en la Sexta en el 98 y alimentaban sus esperanzas de llegar a Primera. Sin imaginar que el camino los iba a cruzar en este presente.
Las barreras para llegar fueron distintas. El Pipi se anticipó en el salto. No bien Oscar Ruggeri asumió a fines del 98 dejó en claro sus intenciones: "Quiero apostar a las inferiores". Fue así nomás. Porque en la pretemporada en Mar del Plata, Romagnoli se subió al micro. Fue el punto de partida para que los más de 50 chicos que viven en la pensión se ilusionaran. Tal como lo hizo Verón, el último que salió de la fábrica del Cabezón. Y al que no lo condiciona el peso de ocupar el lugar de Pablo Michelini (lesionado). Por el contrario, se motiva más: "Hice las cosas bien en estos dos partidos que jugué. Encima al equipo se le abrió el camino para llegar al objetivo". Sus palabras quizá tengan su origen a partir de la caída de River y de la apuesta de Boca por la Libertadores. Esa es la sensación. "Oscar nos dijo que ahora es nuestro momento. Y que no debemos dejarlo pasar".
-¿Es tan así, Leandro?
-... River está pasando por un bajón importante y eso hay que aprovecharlo ya. Pero debemos estar tranquilos y pensar en sacar los puntos que nos quedan. Sólo depende de nosotros. Ahora que recuperamos la punta, hay que mantenerla como sea.
-La sensación es que se caen siempre sobre el final.
-Verón: Sí, ya nos pasó en el campeonato pasado. Llegamos punteros hasta la mitad y después chau. Nunca más. En cambio, ahora la pudimos agarrar otra vez y lo que nos pasó antes ya no nos pasa. No queremos perder y mirar desde abajo. Si esta vez perdemos la punta, sabemos que no la vamos a recuperar. Por eso, esta vez de la punta no nos bajan más.
La oportunidad es única. Y se aferran más que nunca. Quizá porque no esperaban llegar tan rápido a lo más alto. "Siempre tenés la ilusión de que se caiga el líder. Pero pensás es River, juega bien, tiene recambio... Entonces, cuando escuchamos los goles de Unión en el micro que nos llevó al aeropuerto no lo podíamos creer", comenta Romagnoli. Y Verón retiene las imágenes del momento: "La Vieja (Carlos Moreno) iba diciendo el resultado. El viaje fue una fiesta, y a pesar de que yo soy hincha de Colón, lo festeje igual". Claro, era la frutilla del postre para el grupo. Porque el entusiasmo por ganar su partido tenía una lectura de fondo: se llegó a la punta con el cambio de actitud que tanto pidió Ruggeri. La satisfacción es doble. "Oscar nos dijo que si no teníamos personalidad para ir a jugar afuera íbamos a llegar a un segundo o tercer puesto. Que nunca podíamos ser campeones. Y nos iba a ir muy mal. Pero contra Belgrano nos sacamos un peso de encima", admite Verón.
-¿Necesitan estar presionados para mostrar los dientes?
-Romagnoli: Puede ser. Es verdad. Es ahí cuando ponemos más el pecho. Sabemos que siempre tenemos que sufrir hasta el final. -Es una característica del equipo. -Romagnoli: Y sí, fuimos a Córdoba, ganábamos 2 a 0 y después terminamos pidiendo la hora. Y con Estudiantes si el gol de Bernie (Romeo) no venía, se nos iba a complicar...
A San Lorenzo le cuesta encontrar la llave para abrir el partido. Y lo asimilan sin ponerse colorados. Pero también saben que el plantel cuenta con un temple importante. Una respuesta anímica que quedó en evidencia con la eliminación en la Libertadores, las derrotas siguientes en el campeonato y, sobre todo, con la muerte de Mirko Saric. "Era un gran pibe, pero no quiero hablar porque me pongo triste. No tengo dudas de que si salimos campeones va a ser para nosotros, para la gente y para Mirko. Nunca lo vamos a olvidar". La mirada del Pipi ya no es la misma. Tampoco la de Verón. Lo sienten. Pero al mismo tiempo, sus ojos reflejan una madurez que llegó de golpe.
El pasado los descubrió en las inferiores. Y el Cabezón los juntó en el futuro. Sensaciones diferentes y la misma idea: la necesidad de llegar al título se impone. "Estamos obligados. Antes los hinchas nos tenían más paciencia porque éramos los pibes, pero eso ya fue. Hay presión, nos piden más y nosotros se lo tenemos que dar", coinciden ambos, ante la mirada de los curiosos que se acercaron para ser testigos de un sueño: "Queremos que en la última fecha con River estemos igual o arriba. Nos propusimos esa meta". Queda claro, llegar a destino no tiene dependencia...
Martes 30 de mayo de 2000
Fuente: Ole.
Marianela Colipe
(marianelacolipe@gmail.com)