Sabe lo que es dar vueltas olímpicas con la camiseta que quiere. Por eso, a pesar de las dificultades planteadas por una molesta lesión, nunca perdió la fe en ser el jugador importante que fue en el ciclo dorado de Pellegrini e Insua. Hoy, Romagnoli se “engancha” con el proyecto Ramón.
YA PASARON más de veinte años de aquel día en que mamá Rita lo llevó a San Lorenzo. En el barrio, Villa Soldati, todos eran de Huracán, incluido Atilio, su papá que hasta vistió los colores del Globo. Pero no hubo caso, ganó la insistencia y el corazón de la vieja y así el Pipi se convirtió en uno de los niños mimados de la gran familia azulgrana. Cuesta creer que haya transcurrido tanto tiempo, porque teniéndolo frente a frente, salvo por la profundidad del razonamiento y la certeza para definir situaciones futboleras, él sigue transmitiendo la imagen de la adolescencia. Y tampoco perdió la frescura en el juego, aun cuando reconoce que hoy el enganche es una especie futbolera en extinción. Igual no se resigna y está dispuesto al sacrificio que exigen los nuevos mandatos tácticos. Al fin y al cabo, el Pipi regresó a San Lorenzo con la idea de volver a salir campeón como en la gloriosa etapa del 2001/02. Son otros los tiempos, pero la intención es la misma: ganar todo lo que se pueda con la camiseta que mejor le sienta y que más le gusta.
LA PUESTA A PUNTO
No fue como lo esperaba el desembarco en 2009. Durante el Apertura jugó poco en el equipo armado por el Cholo Simeone. Apenas fueron siete partidos, aunque al menos se ilusionó convirtiendo dos goles. Pero una persistente lesión lo obligó a un largo período de recuperación tras el paso por el bisturí. Por eso, el Clausura anterior no vio sino un pálido reflejo del jugador que puede ser.
“Recién ahora –dice el Pipi- me estoy sintiendo bien, hice una buena pretemporada, no me fui de vacaciones, me entrené acá dos semanas en el club y también trabajé fuerte en Salta. Desde que volvimos, trabajo tanto en lo físico como con la pelota. Todavía me falta un poco de ritmo, pero de a poco lo voy logrando”.
-¿Seguís siendo enganche?
-Siempre lo fui, enganche o enlace como se quiera llamar, pero normalmente ubicado detrás de los dos delanteros o de uno, según como se plantee. Coincido en que esa posición en la cancha está desapareciendo, porque ahora se requiere un mayor sacrificio a la hora de marcar; si no ayudás a los del medio se complica porque vos suelto y dos delanteros arriba significan tres menos para participar del juego colectivo en una zona clave de la cancha.
-¿Te gusta ese cambio?
-En realidad me gusta cómo juega España, por más que aparezca a veces un solo delantero, siempre hay más jugadores en posición ofensiva. Puede parecer muy loco arriesgar tanto de media cancha hacia arriba, pero jugando de esa manera podés ganar más de lo que perdés. A lo sumo podés perder uno o dos partidos, pero los demás los ganás seguro. España es como Barcelona, por eso se armó con su base, y esa es la manera de jugar que más me gusta.
-Lo conocí recién ahora personalmente, pero por supuesto que sé cómo se mueven sus equipos y lo que pretende. Todavía no vi que él se ate a un esquema. Practicamos 4-2-4, también un 4-3-1-2 y pasamos por un esquema de tres en el fondo con dos volantes-marcadores auxiliando, como pasó en el partido frente a Quilmes por el torneo de invierno. Lo veo muy metido en el trabajo diario, muy motivado y al mismo tiempo muy motivador con el plantel.
TIPOS DE CAMBIO
-Cómo ves al club con respecto al 2001, ¿mejoró, empeoró...?
-Yo creo que cambió para bien, sobre todo desde el 2005. Vinieron técnicos y jugadores muy importantes, como el propio Ramón, Miguel Russo, Simeone, D’Alessandro, Solari, el Lobo Ledesma, la Gata Fernández. Eso antes no ocurría. Yo creo que descontando a Boca y River que siempre están para ganar todo, aparece San Lorenzo en primera fila sin ninguna duda. Lo encontré mucho mejor al club, sacando el tema de las deudas que todos tienen.
-Sobre ese tema, el del dinero, ¿cómo están las cosas?
-Tuvimos una reunión con Rafael Savino y un par de dirigentes y quedó clara la intención de pagar lo que se debe; y de hecho, ya han cobrado varios compañeros. En ese sentido estoy tranquilo. El grupo está bien, sé que hubo problemas en otro tiempo y algún conflicto, pero ahora está todo bien, tenemos un plantel muy bueno y los refuerzos que se sumaron se han adaptado. El objetivo es tirar todos parejos para pelear el campeonato.
-¿Te incentiva el hecho de que fuiste tres veces campeón con San Lorenzo?
-Sí, sin duda, pero ya está; es un lindo recuerdo, pero ahora tengo que mirar hacia el futuro, ganar un torneo y volver a jugar la Copa Libertadores. Yo creo que el hecho de jugar un solo campeonato debe servirnos para sacar ventaja de eso. Yo aspiro a estar fuerte y en ritmo de competencia para, de una vez por todas, cumplir con lo que espera de mí toda la gente. Actitud sobra.
-Pudiste haber vuelto a ser compañero de Erviti...
-Es verdad. Jugué con él en 2001 y dimos vueltas olímpicas. No nos vemos con frecuencia pero hay una buena relación. Es un gran jugador y lo demostró en todos lados. Hubiera sido muy importante para San Lorenzo, pero no sé qué ocurrió para que su anunciado regreso no pudiera concretarse. Una lástima, porque me hubiera gustado poder jugar juntos.
SELECCION DE TEMAS
-Pasaste por México y Portugal, tu balance...
-Estuve un año en México, en una ciudad muy linda como Veracruz, pero el equipo no era el mejor y yo tampoco estuve en un buen momento. No me fue bien, pero la revancha la tuve en Lisboa. Me cedieron a préstamo por un año y medio, y luego la gente del Sporting me compró y me extendió el contrato a tres años. Ese club portugués es como Lanús acá, una cantera de grandes jugadores, como Simao y Nani, por ejemplo, quienes integraron la selección portuguesa en el Mundial. Me fue bien y guardo gratos recuerdos. Después, pude ir al Basilea de Suiza, al Bayern Leverkusen de Alemania, a clubes de Arabia Saudita y de Turquía y también al Fluminense de Brasil, pero en definitiva quería volver a San Lorenzo y por eso estoy acá, sin nostalgias.
-Fuiste campeon mundial con Pekerman, ¿la selección mayor es una cuenta pendiente?
-Nunca me voy a olvidar de este título con el equipo de Pekerman, también un técnico importante, y tampoco voy a negar que durante mucho tiempo esperaba ser convocado, miraba la tele y me moría por escuchar ser mencionado en la lista. Marcelo Bielsa me citó, pero jugué poco y solo en tres partidos. Antes, la Selección me quitaba el sueño; ahora ya no, sé que es algo distante para mí.
-¿Viste a Argentina en el Mundial?
-Sí, algunos partidos los jugó bien, otros no tanto, en el último contra Alemania no sé bien qué paso. Lo vimos en Salta con Migliore y Nelson Benítez y nos mordíamos los codos. Fue un partido raro, nos metieron un gol enseguida y en el segundo tiempo cuando estábamos para empatarlo nos encajaron el segundo y chau. Creo que si lo volvemos a jugar, ese resultado a favor de los alemanes no se da; pero bueno, ya pasó. Una pena porque creo que teníamos equipo como para llegar a la final. España pudo haber perdido contra Paraguay y sin embargo zafó y fue campeón.
-¿Cómo viste a Diego como técnico?
-A la distancia, sin saber nada de las internas, me pareció que te deja jugar y que te quita presión.
-¿Y Messi?
-Para mí se esperó demasiado de él, se le cargó toda la responsabilidad y no debe ser así, él es importante, pero no puede salvar a todos. No era solo el equipo de Messi. Yo opino de él que es diferente, tiene desequilibrio y el que desequilibra es diferente, no hay ninguna duda.
PUNTO Y APARTE. Ahora, el mensaje es frente al futuro con la camiseta azulgrana. El Pipi está a punto para reiniciar la segunda era en el club de sus amores. Cargado de ilusiones y tan feliz como en aquellos tiempos de pibe cuando la descosía en Franja de Oro, el crisol de cracks del barrio, y mamá Rita lo llevó al club donde acunaría sueños y se consagraría tri campeón. El mismo lugar donde hoy pretende seguir sumando días de gloria.
Por Carlos Rodriguez Musso / Fotos: Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico.
Nota publicada en la edición agosto 2010 de la revista El Gráfico.
Marianela Colipe