Vélez, con varios chicos, lo había complicado seriamente. Y el campeón no encontraba la vuelta para quebrar el empate en uno. La llave la tenía el Pipi, autor de los dos goles y figura clave en la victoria.
ENRIQUE GASTAÑAGA
Jugar a las adivinanzas en fútbol resulta riesgoso. Mucho más si se repara en la paridad que envuelve al ámbito local, donde las resoluciones de las historias de 90 minutos suelen relacionarse con inspiraciones individuales, con imprevistos y/o con factores emocionales. Está claro: en el arranque del Apertura, son contadas las respuestas colectivas monolíticas, eficaces. Sin embargo, en este contexto de crisis, de éxodo de belleza, sí se puede proyectar a partir de señales. Mirando el horizonte de San Lorenzo,leyendo la mano del campeón, se deriva en un puñado de conclusiones positivas a presente, pero negativas a futuro.
Pensando acá, en lo próximo, San Lorenzo es otra vez muy candidato. ¡Cómo no lo va a ser si ayer recuperó la punta con un triunfo rescatado sobre el epílogo, con un hombre menos y redondeando una de las producciones más pobres de la Era Pellegrini! Todo ante un Vélez más en transición que nunca, penúltimo con un punto, a la espera de Edgardo Bauza (el nuevo DT, que observaba desde un palco) y cargado de jugadores casi sin experiencia.
Más allá del empate de mitad de semana ante Banfield que interrumpió la racha histórica de victorias, más allá de ese resultado y su posible influencia psicólogica (liberadora o, por lo contrario, multiplicadora de presión por demostrar que era una simple cuestión estadística), San Lorenzo mostródéficits arriba y abajo.
Pareció otro equipo en una de sus especialidades, en las variantes ofensivas. Las explicaciones se encuentran en varios rendimientos individuales impropios de un campeón. Estévez acertó sólo una vez, a los 30 segundos, cuando obligó a volar a Leyenda. Acosta provocó silbidos y fastidio. Cómo habrá sido de negra la tarde del Beto que en el boletín de calificaciones le quedó un 4, aunque le cometieron la infracción en el tiro libre del primer gol (innecesaria falta de Dudar; no forzada por el delantero) y a pesar de que puso el pase en el segundo. Y para completar, Franco daba la sensación de estar empecinado en no ser el socio que Romagnoli necesitaba para ser más desequilibrante de lo que fue.
Cuando atacaba San Lorenzo, parecía jugar el Pipi solo contra el fondo de Vélez. Entonces, al rival se le facilitaba la protección, aunque el gigante Dudar, fiel a su apellido, no regalara certezas.
Diferentes fueron las razones de las fallas defensivas de San Lorenzo. Ahí se mezcló lo colectivo con lo individual. Diego Capria (reemplazado en el descanso) y Paredes (expulsado sólo por cruzarle el brazo a Buján, tras un pésimo pase de Acosta que decantó en réplica de Vélez) transmitieronmontones de inseguridades. A la vez hubo problemas de sincronización en especial en la zona del "6" y del "3", algo entendible considerando que Coloccini hace poco que emigró. Así, Vélez, con dos pibes, con el criterio de Centurión y con el atrevimiento de Gracián, complicó y arrancó ganando con justicia con el penal festejado por Domínguez.
Una muestra más de las ventajas defensivas que otorgó San Lorenzo es que Saja fue sostén desde el arco. Se apresuró y volteó a Darío Husain en el penal, es real. Pero el "1" hizo un par de atajadas para el asombro, como una triple tapada al principio y un mano a mano decisivo ante el chico Centurión a diez minutos del final.
Observando allá, mucho más allá de este Apertura, San Lorenzo debe preocuparse: se quedará sin Romagnoli, quien junto a Romeo (ausente ayer por lumbalgia) volará hoy a Alemania para arreglar con el Bayer Leverkusen, club al que se sumará en 2001. ¿Quién sucederá alPipi? ¿Erviti? Tal vez. ¿Por qué no? Eso sí: Erviti deberá comprometerse más ofensivamente. Al lado de Michelini cumple de sobra. Pero parece undesperdicio que un jugador con su técnica juegue tan lejos del arco rival.
Lo concreto es que queda poco para disfrutar a Romagnoli, justo ahora que se afirmó, que se mueve convencido de que desequilibrará. Como en ese tiro libre perfecto, a un ángulo, en el 1 a 1. O como en esa contra del final, cuando recorrió casi 70 metros eludiendo a un par de rivales, tocando para Acosta, marcándole al Beto donde debía ponerle la devolución y definiendo con un toquecito de futbolista 10. Así el justo 1 a 1 se transformó en victoria de San Lorenzo. Por Romagnoli, otro pibe que en un par de meses se extrañará.
3 de septiembre- 2001. Clarín
Diana Sánchez
