Leandro Romagnoli fue la figura del clásico a puro caño y gambeta. "Nunca renunciamos a nuestro juego. El equipo mantiene un nivel alto", comentó.
Incontenible. Leandro Romagnoli acaricia su primer pelota en el clásico y sabe que será una noche inspirada. Un chiche, un taco, una gambeta para adelante. Puro lujo lo del diez. Y un caño a Serna que es como para ponerse colorado. Y otro más. íQué lindo que juega este pibe! Ya no es el Pipi de alguna laguna profunda. Es Pipón Pipón lo del conductor de este San Lorenzo. "Nunca renunciamos a nuestro juego. El equipo mantiene un rendimiento alto desde hace rato", dice no bien sale del vestuario.
Los hinchas lo acosan. Que una foto, que un autógrafo, que una camiseta... Cualquier recuerdo vale. Y ayer más que nunca. Romagnoli la rompió, sobre todo en el primer tiempo, donde el equipo lució. Su arranque a la espalda del Chicho fue un acertijo que Boca nunca pudo resolver. Para colmo, no tuvo una marca personal, alguien que le siguiera el paso. Entonces, fue una fiera suelta que se cansó de tocar para Acosta y Romeo, de entrar al área con la pelota dominada, de probar desde afuera. Cada intervención generaba el íuuuhhh! de la tribuna. Y el aplauso obligado.
La responsabilidad de conducir al campeón no pesa. Gusta. La faceta que mostró el Pipi en el Clausura sigue intacta, por si algún desconfiado opinó lo contrario cuando le tocó jugar en el Mundial Sub 20. Es cierto, en la Selección no mostró su mejor repertorio, pero marcó un antes y un después. ¿En que se diferencia este Romagnoli al del San Lorenzo campeón? Madurez. Lo que antes se hacía de a dos ahora se hace solo. O mejor, lo hace solo. No está Leo Rodríguez, la experiencia en donde descansaba un rato. ¿Y? Se carga el equipo al hombro igual con el cambio de esquema de Manuel Pellegrini. Vale por dos.
La magia de San Lorenzo queda más que nunca escondida en su galera. Un conejito acá, otro por allá. La cuestión es que Romagnoli es el corazón del equipo. Y en el clásico de ayer apareció con un número para la ovación. Una fiestita que duró hasta que fue reemplazado por Lucas Pusineri. Claro, tampoco se trata de que tire toda su obra en una noche. Quizá no le quede nada para después... Ah no, no, cierto que ése era el Pipi de antes. El actual es otro. Es un jugador diferente que hace la diferencia...
Lunes 27 de agosto de 2001
Fuente: Ole.
Marianela Colipe