Ruggeri apuesta fuerte por Leandro Romagnoli, una de las grandes esperanzas de San Lorenzo. Pero el técnico advierte: "Para alcanzarlo se lo tiene que proponer".
Dos frases ya están grabadas en el ideario 1999 de Oscar Ruggeri: "Quiero ser campeón del mundo" y "Es un orgullo que me digan Bilardito". Y se viene la tercera...: "Creo que si se lo propone, va a ser más que Aimar", le confía a Olé. ¿ Cómo!? ¿De quién habla? El niño mimado del Cabezón es Leandro Romagnoli. A quien hizo debutar en Primera con Racing, en la fecha final del Apertura, a quien llevó por primera vez a una pretemporada, a Mar del Plata.
Sin pausas, el técnico se justifica. "Espero que pueda ser más que Aimar. Si no se pone techo, será un jugador bárbaro. Es inteligente, juega fácil. Pero no debe quedarse ni pensar que ya es un crack, y mejorar mucho". Apostar a las inferiores parece no ser un verso, porque además de Romagnoli llevó a otros nueve pibes debutantes en una pretemporada. Y de ese grupo, uno ya se ganó un puesto: Claudio Morel Rodríguez.
Entre incrédulo y feliz, Romagnoli jura que no esperaba jugar tan rápido con los que hasta dos meses atrás miraba desde afuera. "Tenía esperanzas de llegar y fue pronto. Soy feliz por la chance que me da Oscar: me apoyó, me hizo debutar ante Racing y ahora me lleva al banco. Es genial", se embala.
-¿Podés ser más que Aimar? -No sé.
Mira a su alrededor, piensa y como si hubiese escuchado a Ruggeri, aclara: "Tengo que seguir trabajando. Más adelante se verá. Si uno se queda y no trabaja, no llega a nada. No debo ponerme techo. De lo contrario, jamás avanzás".
Hacía 11 años, desde que llegó al Ciclón, que soñaba con este presente. Empezó a estar más cerca cuando Roberto Mariani -ex encargado de las inferiores- lo subió de Sexta a Reserva. Y tocó el cielo con las manos cuando asumió Ruggeri y empezó a entrenarse -y a jugar de a ratos- en Primera.
¿Y puede? ¿Está para codearse con los grandes? El mismo responde: "Todo jugador quiere jugar, pero sé que me falta mucho. Para aprender, ganar experiencia y para aguantar el roce físico con jugadores más grandes que yo".
-Pero debés reconocer que sos la gran esperanza del club.
-No sé si es para tanto. Acá no surgían pibes y como ahora lo están haciendo, todos se entusiasman. Ojalá pueda ser como Gorosito, Borrelli o Galetto. Pero no debo marearme ni agrandarme.
Mejorar, seguir trabajando y dale que va. Es la realidad de un purrete de 17 años que apenas jugó 4 minutos oficiales y 14 en los torneos de verano. Que se define como un volante ofensivo con llegada, que también pone pelotas de gol. "Me gusta jugar por todo el frente de ataque y mi fuerte es la gambeta en pique corto", agrega, dándole la derecha a Mariani .
Y el final es para Ruggeri: "Lo llevo al banco porque ya está para Primera. No sé si todo un partido, es como que tengo miedo de largarlo. Pero tiene pasta. Igualmente, lo llevaré despacio hasta que pueda soltarlo definitivamente".
Tiempo pide el Cabezón. Tiempo para que explote. Tiempo para comprobar si será más que Aimar.
Sin pausas, el técnico se justifica. "Espero que pueda ser más que Aimar. Si no se pone techo, será un jugador bárbaro. Es inteligente, juega fácil. Pero no debe quedarse ni pensar que ya es un crack, y mejorar mucho". Apostar a las inferiores parece no ser un verso, porque además de Romagnoli llevó a otros nueve pibes debutantes en una pretemporada. Y de ese grupo, uno ya se ganó un puesto: Claudio Morel Rodríguez.
Entre incrédulo y feliz, Romagnoli jura que no esperaba jugar tan rápido con los que hasta dos meses atrás miraba desde afuera. "Tenía esperanzas de llegar y fue pronto. Soy feliz por la chance que me da Oscar: me apoyó, me hizo debutar ante Racing y ahora me lleva al banco. Es genial", se embala.
-¿Podés ser más que Aimar? -No sé.
Mira a su alrededor, piensa y como si hubiese escuchado a Ruggeri, aclara: "Tengo que seguir trabajando. Más adelante se verá. Si uno se queda y no trabaja, no llega a nada. No debo ponerme techo. De lo contrario, jamás avanzás".
Hacía 11 años, desde que llegó al Ciclón, que soñaba con este presente. Empezó a estar más cerca cuando Roberto Mariani -ex encargado de las inferiores- lo subió de Sexta a Reserva. Y tocó el cielo con las manos cuando asumió Ruggeri y empezó a entrenarse -y a jugar de a ratos- en Primera.
¿Y puede? ¿Está para codearse con los grandes? El mismo responde: "Todo jugador quiere jugar, pero sé que me falta mucho. Para aprender, ganar experiencia y para aguantar el roce físico con jugadores más grandes que yo".
-Pero debés reconocer que sos la gran esperanza del club.
-No sé si es para tanto. Acá no surgían pibes y como ahora lo están haciendo, todos se entusiasman. Ojalá pueda ser como Gorosito, Borrelli o Galetto. Pero no debo marearme ni agrandarme.
Mejorar, seguir trabajando y dale que va. Es la realidad de un purrete de 17 años que apenas jugó 4 minutos oficiales y 14 en los torneos de verano. Que se define como un volante ofensivo con llegada, que también pone pelotas de gol. "Me gusta jugar por todo el frente de ataque y mi fuerte es la gambeta en pique corto", agrega, dándole la derecha a Mariani .
Y el final es para Ruggeri: "Lo llevo al banco porque ya está para Primera. No sé si todo un partido, es como que tengo miedo de largarlo. Pero tiene pasta. Igualmente, lo llevaré despacio hasta que pueda soltarlo definitivamente".
Tiempo pide el Cabezón. Tiempo para que explote. Tiempo para comprobar si será más que Aimar.
Viernes 5 de febrero de 1999
Fuente: Ole.
Marianela Colipe
(marianelacolipe@gmail.com)