Romagnoli sufre una tendinitis en la rodilla derecha, pero igual es fija para esta noche. El Pipi es fundamental para el control de la pelota, una clave del partido.
RIO DE JANEIRO (ENVIADO ESPECIAL). Ocurrió aquella noche, la del miércoles 21 de noviembre, en San Pablo. San Lorenzo hizo un primer tiempo muy interesante, con buen trato de pelota y mucha presencia física. En ese primer punto, el dueño de la historia fue Leandro Romagnoli, hasta que el duro cruce de un defensor paulista lo raspó, lo hirió en su rodilla derecha. El Pipi, unos minutos después, tuvo que salir reemplazado y el esquema de Manuel Pellegrini lo extrañó muchísimo. Por eso, y por lo que el creador casi siempre aporta, se trata de una clave para los 180 minutos de esta finalísima de la Copa Mercosur. Igual, el tema pasa, primero, por los 90 minutos de esta noche en el estadio Maracaná.
Romagnoli jugó el resto de la semifinal sufriendo por una tendinitis en la rodilla, se notó su poca movilidad en el primer tiempo de la revancha con Corinthians en el Nuevo Gasómetro tanto como la gran recuperación física que encontró en la segunda parte, para ser eje de la goleada final y el pase histórico a una final de copa internacional. El Pipi llegó a Río todavía dolorido, con el tendón rotuliano inflamado, por eso en la práctica de ayer, en la cancha de Fluminense, se movió con sus compañeros pero a un ritmo menor. "Me duele la rodilla, pero voy a hacer lo imposible por responder de la mejor manera. Es uno de los partidos más importantes de mi carrera, es una final y no podía perdérmela". Al mejor estilo Juan Sebastián Verón, el tatuado reforzó la parte baja de su rodilla derecha con una cinta adhesiva, algo que aconsejan los médicos para darle más seguridad a la zona. De todos modos, el Pipi usó poco y nada la pierna derecha. En el picadito informal que el Ingeniero Pellegrini armó en la práctica de ayer a la mañana, Romagnoli se mostró bien en el trote pero todo contacto con pelota lo hizo con su pierna izquierda.
La importancia de un jugador como él, además, crece en este caso por las ausencias de otros delanteros importantes (Estévez y Acosta). Eso implica que el Pipi deba ser más profundo, más vertical en sus movimientos por la falta de descarga larga para un jugador como el Pipa, por ejemplo. La presencia de Guillermo Franco casi que emparda las obligaciones ofensivas del 10 y eso le pasa factura en el desgaste físico. Claro que el técnico sabe aprovechar sus influencias y, para esta noche, le pone mayor cobertura (Zurita) a la zona de Romagnoli.
Más allá de las sensaciones previas y de la batería de especulaciones, se sabe que si el Pipi juega 6 ó 7 puntos, San Lorenzo se volverá con buenas perspectivas para el remate de la final.
Miércoles 12 de diciembre de 2001
Fuente: Ole.
Marianela Colipe
