ROMAGNOLI. Entre los muchos refuerzos del Ciclón, apareció uno de los que ya estaban y sobre quien caían tantas dudas. Manejó al equipo, metió el primer gol y fue clave para el triunfo de San Lorenzo frente a San Martín, en el inicio del torneo.
Desde que comenzó la movida, impulsada por Ricardo Caruso Lombardi, de llenar de refuerzos a San Lorenzo, desembarcaron por Boedo 13 jugadores nuevos. Y puede haber más. El DT pedía a los cuatro vientos uno, dos, tres, miles de futbolistas para iniciar su nuevo ciclo al frente del Ciclón. Mientras tanto, en silencio y sin que le renovaran el contrato, Leandro Romagnoli comenzaba la pretemporada con el resto de sus compañeros. Mientras tanto por el Bajo Flores iban desembarcando jugadores, algunos conocidos, otros ignotos. Se acercaba el debut ante San Martín de San Juan y con la formación confirmada solamente restaba saber, ¿de qué iba a jugar el Pipi? Si de volante por izquierda o de enganche.
Y con el arranque del campeonato para el Ciclón, el "diez", ese que siempre es ovacionado desde los cuatro costados del Nuevo Gasómetro, jugó de todo. Por momentos se puso la galera y el bastón y por otros el overol. Sólo le faltó pedirle permiso a Migliore para que lo deje atajar un ratito. Todo eso que hizo, lo hizo bien. A la hora de atacar condujo a su equipo con criterio, habilitabdo siempre a la perfección a Jara o a Stracqualursi. Cuando los sanjuaninos tuvieron la pelota, corrió, metió, se tiró al piso y hasta cortó un par de avances. Entonces, los aplausos de los hinchas se multiplicaban ante cada intervención suya. Y como si todo eso fuera poco rompió el cero cuando se le hacía muy difícil al Ciclón entrarle a la defensa visitante. Vivo, conocedor a la perfección de cada jugada, infatigable, Romagnoli no fue un mero espectador cuando Franco Jara se metió al área y la perdió con un rival. Siempre acompañó la jugada, la siguió de cerca, intuyendo lo que podía pasar y pasó lo que él imaginaba. Por eso apareció por detrás de todos y la mandó a guardar. El "Oleeee, oleeee, oleeee, oleeee, Pipiiii, Pipiiii", acompañó el grito de gol. San Lorenzo se ponía en ventaja con el gol más esperado, el de su hijo pródigo. Del ídolo. Del Pipi de la gente. Cuando se fue a la media hora del segundo tiempo, ya con su rodilla inflamadísima, otra vez ese aliento ensordecedor para su persona volvió a invadir el estadio santo. Si será importante Romagnoli para este equipo, que ni bien salió, la estantería se vino abajo. San Lorenzo no tuvo más la pelota, San Martín descontó y lo arrinconó contra el arco de Migliore. Caruso Lombardi pidió muchos jugadores nuevos, se gastó mucha plata en caras nuevas, cuando el principal refuerzo, de esos que inclinan la balanza, estaba en casa. Ni más ni menos que Leandro Atilio Romagnoli. Un jugador distinto.
SE SACAN EL SOMBRERO. Y con el triunfo consumado, los compañeros del Pipi, esos que celebraron los tres puntos, en gran parte gracias a su magia inoxidable, reconocieron la importancia de tener un jugador de su categoría en el equipo. "Con el Pipi es robo. Es un jugador que te inclina la balanza a favor en cualquier momento. Es un lujo que no todos los equipos tienen", así lo elogió Gonzalo Prósperi. El incansable Julio Buffarini tampoco ahorró elogios para su compañero. "Es un fenómeno. Agarra la pelota y ganás el partido", lo calificó el cordobés.
Cuando ya se había vaciado casi por completo el vestuario local, apareció la estrella: Leandro Romagnoli. Serio, pero entero y satisfecho con lo que acababa de ocurrir, el Pipi lanzó su mensaje esperanzador: "Ahora estamos en una etapa nueva, con los jugadores nuevos y con la ilusión de pelear arriba. Ya sufrimos mucho el semestre pasado." Y ya caminando, apurado por reencontrarse con su familia Romagnoli no esquivó el tema del Promedio: "Hay que tratar de hacer la mayor cantidad de puntos posibles para salir de la zona de abajo."
San Lorenzo ilusiona a sus hinchas con varias caras nuevas que ayer no desentonaron, pero claro, como lo van a hacer si tienen como director de orquesta a un Romagnoli que, como hace once años atrás, maneja la batuta a piacere. Y lo hace maravillosamente bien.
Lunes 6 de agosto de 2012.
Fuente: Tiempo Argentino.
Marianela Colipe