El número es un detalle. Podría ser 299 o 301. La importante es celebrar a Leandro Romagnoli. Pasaron casi 15 años desde el 13 de diciembre de 1998 cuando Ruggeri lo hizo debutar en primera ante Racing, pasaron muchas cosas, pasarán desde este sábado, 300 partidos con la camiseta azulgrana.
Romagnoli es junto a Romeo un mito, quizás el último mito azulgrana que pisa una cancha. Es ese mito de superación propia, que a pesar de las roturas de ligamentos fue capaz de sobreponerse (¡y de qué manera!) para volver a defender nuestros colores en una cancha de fútbol y también fuera de ella.
Porque Romagnoli más allá de la magia, de la gambeta histórica contra Atlético Nacional para sentenciar un título internacional, más de allá de la juventud eterna del desparrame de jugadores de Newell´s en el final de un partido que casi nos dejaba en descenso directo, Romagnoli es el respeto por la camiseta.
Han pasado muchas cosas desde ese 13 de diciembre en que entró frente a Racing. La gloria de los campeonatos, se transformó en la sombra de un torneo en el año 2012 que nos vio casi descender. En ese lío, Romagnoli siempre fue el mismo, que a diferencia de otros nunca dudó de esa identidad azulgrana, de los colores que le corren por la sangre. El 10 fue ícono, símbolo y bandera en todas las situaciones que le tocó enfrentar.
Fue el 10 que lloró después de ganarle una final a Belgrano, en un campeonato en el que San Lorenzo jugaba todas finales. Fue el mismo 10, que once años antes nos llevaba al campeonato 2001, también con la 10 en la espalda, más joven, pero siempre siendo el mismo hombre.
Por eso da lo mismo que fuesen 299 o 301 partidos. El número es una excusa para celebrar a Romagnoli. Hay que apurar el festejo de un mito, de la sangre azulgrana, del último de los héroes en la actualidad donde billetera mata sentimiento. Gracias Pipi, gracias 10, gracias D10s, por el amor, por las gambetas, por el corazón sobre todo.
Leandro Biaggio
Marianela Colipe.
