Romagnoli celebró sus 300 partidos en el Ciclón y la fiesta fue total: mimos varios, cotillón y, obvio, punta.
Están ahí, cuerpo a cuerpo, cantando por un sueño. Ahí, brinco a brinco, coristas de lujo para esta orquesta que bien invita a la ilusión. Se mueven para acá, se mueven para allá, pero igual siguen ahí, saboreando las mieles de la cima, del mamá yo quiero y todo el año carnaval. Son miles y más miles de almas cuervas, de ese espíritu santo al que le sobra la fe, una fe que llama a volver a Boedo, aunque ellos también están ahí para mimar al último ídolo del CASLA, al héroe que espantó el óxido de la armadura y le dio más vida a esa 10 que ya es un tatuaje más en la piel. Y entonces, el Nuevo Gasómetro se viste de gala por él, se pone coqueto para él, y en el Bajo Flores hay aroma a Camp Nou, toda la platea Sur teñida de azulgrana y un mosaico que no dice “mes que un club” ni “visca Barca”. Puro glamour, lo que dice es “Pipi 300”. Simplemente eso. Y el “Piiiiipi, Piiiiipi...” retumba cuando Romagnoli pisa la hierba, cuando se acerca para recibir la casaca 300 encuadrada que le entregan entre Romeo y Lammens, cuando tira un slalom y el zurdazo cruzado pasa cerca. Pipi saluda, levanta los brazos, agradece y sueña. “Tuve que hacer fuerza para contener las lágrimas. Sentí orgullo, felicidad y emoción”, admite, puchereando y con la voz entrecortada. Se va después del susto, de ese empate que duró nada, del penal que le cedió a Piatti, guardando fuerzas para lo que viene. “Felicidades: no cualquiera llega a los 300 partidos”, lo palmea Pizzi. “Me siento pleno”, repite el 10, admitiendo que si el CASLA se corona con el título, éste “tendría un sabor especial por lo que estoy viviendo”. El Pipi es la experiencia entre tanta pierna joven, el referente que es admirado hasta por sus compañeros y, hoy, ya curtido, anda rodeado de purretes que lo hacen viajar hasta el recuerdo de aquella tarde del 13/12/98 en la que debutó frente a Racing. Lo único que le falta es sumar la cuarta estrella en su palmarés cuervo.
16 de noviembre de 2013.
Marianela Colipe.
