El jugador símbolo sufrió, lloró y gozó. Cuando salió recibió el reconocimiento de un estadio colmado.
25/06/12
Son lágrimas de sufrimiento contenido. Son lágrimas de emoción también. Son lágrimas de amor, en definitiva, las que brotaron de los ojos de Leandro Atilio Romagnoli cuando a los 38 minutos del segundo tiempo el cartel electrónico indicaba su salida por el ingreso de José Luis Palomino. Levantó la vista hacia las tribunas y el “olé, olé ,olé, Pipi, Pipi” que bajó de un Nuevo Gasómetro colmado se metió en sus oídos como un canto a la vida (esa vida más que logró San Lorenzo para continuar su lucha por quedarse en Primera). Al cabo, la ovación que le regaló el hincha es, ni más ni menos, que el mejor reconocimiento para un jugador que en el último tramo del torneo fue el cuerpo y el alma de un equipo por demás golpeado.
“Esto es una emoción increíble. Soy hincha de este club y lo que sufrimos en este semestre es tremendo.
Dejamos todo y ahora tenemos una chance más para quedarnos” , expresó el diez , todavía con su mirada húmeda, que recién un día antes del partido fue confirmado como titular por Ricardo Caruso Lombardi, cuando en las prácticas de la semana había jugado para los suplentes. Es que en la cabeza del técnico siempre estuvo la idea de que le rinde más si lo mete en los segundos tiempos. Sin embargo, ayer Romagnoli volvió a demostrar que, aún con su rodilla derecha maltrecha por una sinovitis crónica que no lo deja en paz, no puede faltar entre los once de este San Lorenzo anémico de creadores de fútbol.
“Llegar al último partido del campeonato y saber que te podés ir al descenso es algo que no se puede explicar, no se lo deseo a nadie”. Así lo siente el Pipi . Así lo padece, en carne viva, el emblema y embanderado azul y rojo del club de Boedo. Por su historia en la institución y por este presente, que desde las ganas y su calidad siempre de un diferente, lo hacen estar más vigente que nunca a sus 31 años. Con ese córner que se fundió en la cabeza de Walter Kannemann para el 2 a 1 y con la sutil asistencia a Carlos Bueno para que el uruguayo hiciera lo suyo en el tercero y definitivo, Romagnoli fue el actor de reparto que contruyó la obra de la resurrección de un Ciclón que soplaba sin fuerza.
“Nunca viví una situación tan estresante como esta. Es algo muy feo y se hace demasiado complicado. Llegamos a un punto límite como este en el que era ganar sí o sí y esperar los otros resultados. Por suerte Colón nos dio una mano al ganarle a Banfield y nosotros pudimos hacer lo nuestro”, siguió descargando su angustia, ahora algo más aliviada, tras conseguir el boleto para disputar 180 minutos más en los que deberá (todo San Lorenzo) pelearle mano a mano a Instituto la continuidad en la elite del fútbol argentino.
Lejos está de relajarse Leandro Romagnoli. Sabe que lo vivido en la tarde del Bajo Flores se festejó por haber gambeteado el descenso, pero desde hoy, cuando el plantel vuelva a entrenarse desde las 15.30 en el predio de Ezeiza de la AFA (a puertas cerradas), sus neuronas ya estarán centradas en Alta Córdoba. La delegación viajará mañana por la tarde.
“Dejar a San Lorenzo en Primera es lo mejor que nos puede pasar a todo este grupo de jugadores y cuerpo técnico”.
Ese es el anhelo final del diez , que juega como lo vive: con el corazón en los pies.
POR NAHUEL LANZILLOTTA
Fuente: clarin.com.ar
Marianela Colipe
