Romagnoli-Estévez, una sociedad para el título

Ellos son la usina generadora de fútbol de San Lorenzo, que hoy puede dar la vuelta olímpica
Domingo 10 de junio de 2001 | Publicado en edición impresa




Una pequeña sociedad catapultó a San Lorenzo a estar a un paso del título en el torneo Clausura 2001. Una suma de uno más uno que al equipo del Bajo Flores le dio mucho más resultado que dos. Uno es pura gambeta, amago y desenfado; el otro es aceleración, enganche y desborde. Leandro Atilio Romagnoli es el encargado de conducir los destinos de la pelota en cada avance del conjunto de Manuel Pellegrini; Raúl Enrique Estévez tiene por misión desequilibrar por el sector derecho, a la usanza de los desaparecidos wings. Y juntos son socios en el negocio que más dividendos reparte en una cancha de fútbol: el buen juego.
“¿Qué querés que te digamos? ¿Qué ya somos campeones? Ni loco, esperá hasta después del partido con Unión”, suplica el Pipa Estévez, a un costado del campo de juego del Nuevo Gasómetro, el mismo escenario donde hoy San Lorenzo coronará una campaña de números y actuaciones brillantes por igual.
El Pipi Romagnoli, más tímido, tarda en soltarse. “Falta un partido y va a ser dificilísimo. No nos tenemos que confiar”, dice, en una frase que parece tener poco de sinceridad y mucho de guión diseñado por el técnico, Manuel Pellegrini.
–¿San Lorenzo fue el mejor equipo del torneo?
Romagnoli: –Para mí, sí. Porque demostramos que este grupo creció, que ya no perdemos esos partidos importantes. Estamos más maduros y por eso hoy estamos en este lugar.
Estévez: –Yo creo que sí, porque fuimos los que mostramos el mejor desempeño, en especial en estos últimos partidos.
Romagnoli: –Sí, conseguimos una racha de triunfos bárbara.
Tan cerca y tan lejos. Así se sienten Romagnoli y Estévez acerca de la definición del torneo. Una pareja que dentro de la cancha se entiende sin siquiera mirarse y que afuera bromea hasta el hartazgo. “¡Qué se va a acordar este pibe del campeonato del 95! Si tiene diez años”, lanza en broma Estévez. Parece una amistad de toda la vida, pero...
“Sí, ahora nos llevamos bárbaro. Pero hubo una época en que no nos podíamos ni ver”, confiesa Romagnoli, de 20 años, para sorpresa de todos.
La explicación se remonta a 1999. Las gambetas de Romagnoli durante un partido no paraban; no largaba la pelota. Hasta que en una jugada Estévez, cansado de las asistencias a destiempo de su amigo, lo insultó. La pelea, dicen, no llegó a las manos, pero continuó en el vestuario. Hasta que, tiempo después, llegó un reacomodamiento de Oscar Ruggeri en la distribución de habitaciones en la concentración.
“Un día vino Oscar y nos preguntó si teníamos algún problema en dormir en la misma habitación. Los dos le dijimos que no, pero tampoco nos convencía mucho la idea. Ahora nada que ver, estamos más unidos que nunca”, admite el veloz delantero, de 23 años.
“La verdad es que fue una idea estupenda, porque no sólo nos ayudó en nuestra convivencia sino que también fue positivo para entendernos adentro de la cancha”, explica el Pipi, el mismo que tiene tatuados en el pecho a sus padres, Atilio y Rita.
En las horas previas a la posibilidad de la gran consagración, la ansiedad los devora; están más inquietos que de costumbre. “En mi casa dicen que estoy insoportable en estos últimos días. No se me pasan más las horas hasta el partido”, admite, por lo bajo, Romagnoli.
“¿Si ya tenemos planeado algún festejo para después del partido? No, tenemos que pensar primero en el fútbol”, comenta Estévez, aunque está claro que en la cabeza de los dos ya se vislumbra la vuelta olímpica que pueden dar esta tarde en el Bajo Flores. La que ellos generaron a partir de su fútbol.
Por A. Ruya y D. Quinteros 
De la Redacción de La Nación 


Marianela Colipe

Otro desafío: la celeste y blanca

Luego del título, Romagnoli piensa en el Mundial Sub 20
Lunes 11 de junio de 2001 | Publicado en edición impresa


“La selección es un gran orgullo, no todos pueden vestir la camiseta celeste y blanca. Es el sueño de todo jugador y espero que nos salga todo bien y que podamos quedarnos con el campeonato”, comentó Leandro Romagnoli, 20 años, pura inventiva; el pibe que conducirá el seleccionado Sub 20 que dirige José Pekerman, que intervendrá en el Mundial que comenzará en nuestro país el domingo venidero.
Será, para Romagnoli, una responsabilidad doble, ya que representará al San Lorenzo campeón, que hace rato que no tiene a un jugador azulgrana en el plantel nacional. “Puede ser, es algo que no pensé; en realidad, con todo lo que pasaba en San Lorenzo era muy difícil tener la cabeza en la selección. Jugamos partidos amistosos, conocí un grupo bárbaro, pero te digo la verdad: yo pensaba primero en San Lorenzo. Ahora voy a matarme por la selección”, señaló el hábil jugador.
Todos hablan de Romagnoli, de su progreso físico, de lo que creció con Pellegrini. “Sí, gané mucha experiencia con Manuel y eso me ayudará para destacarme en el Mundial”, contó el pibe que hoy, en el vértigo que imprime el fútbol, deberá dejar de lado a San Lorenzo para presentarse a una nueva práctica nacional, allá en el predio de Ezeiza.
Leandro Atilio Romagnoli
·         Lugar y fecha de nacimiento: Capital Federal, el 17 de marzo de 1981
·         Debut en San Lorenzo: 13 de diciembre de 1998, en la derrota ante Racing por 3 a 2, cuando el técnico era Oscar Ruggeri
·         Partidos jugados: 107
·         Goles: 12
·         Trayectoria: divisiones inferiores de San Lorenzo
·         Selección: fue convocado por José Pekerman para jugar el Mundial Sub 20 que se desarrollará desde el domingo próximo en nuestro país
Paulo Silas do Prado Pereira
·         Lugar y fecha de nacimiento: Campinhas, Brasil, el 27 de agosto de 1965
·         Debut en San Lorenzo: 12 de abril de 1994, en el triunfo sobre Boca por 1 a 0, con gol de él.
·         Partidos: 95. Goles: 24
·         Trayectoria: San Pablo, Sporting Lisboa (Portugal), Cesena (Italia), Sampdoria (Italia), San Lorenzo, San Pablo, Kyoto Purple (Japón), Atl. Paranaense y Rio Branco
·         Selección: con el Sub 20 de Brasil ganó el Mundial de Unión Soviética (1985), donde fue elegido el mejor jugador. Con el equipo mayor integró los planteles en México 86 e Italia 90.

Fuente: La Nacion

Marianela Colipe


El Heredero

De Silas a Romagnoli, la posta del talento

Lunes 11 de junio de 2001 | Publicado en edición impresa




¿Cómo salió el picado? No sé, mi equipo perdió por varios goles, casi no la toqué, pero estoy contento de estar acá, con mi gente, con los recuerdos de aquel gran equipo. El que nos dio un baile bárbaro recién fue Romagnoli; no lo conocía muy bien, pero me parece que es jugador con un futuro increíble. Amaga ir para allá y se va para el otro lado, otro enganche y el que lo marca queda en el piso, es muy bueno, muy bueno...
–¿Es tu sucesor?
–Eh, pará, no... Bueno, yo fui el 10 en el ’95, en ese sentido puede ser...
Mañana de sol en el Bajo Flores. Casi seis años después de la epopeya de Rosario, con aquel grito disfónico de Esteban González que finalizó en un abrazo a un nuevo título, se presenta el hombre en el Nuevo Gasómetro y pide la pelota. Es brasileño, hábil, tiene 35 años, se llama Paulo Silas, el personaje que dejó una huella imborrable en los corazones de los simpatizantes azulgranas.
Hombre libre tras un breve paso en Río Branco, con la ilusión de cerrar su carrera en Santos, el protagonista devoto de los Atletas de Cristo tiene la idea fija de adquirir un club en Brasil –“está de moda allá, varios jugadores buscan equipos para comprar”–; de paso por nuestro país, se hizo un tiempo para despuntar el vicio en una cancha auxiliar de San Lorenzo.
“Es un jugador muy bueno, me acuerdo mucho de él, yo siempre soñé con vivir un momento como vivieron él y los jugadores de aquel equipo del Bambino en 1995”, cuenta el otro personaje de esta historia, hábil como su colega, con el mismo diez en la espalda, con similares colores azulgranas. Leandro Romagnoli, de apenas 20 años. “Jugamos un partido y un cabeza; la verdad, se defiende bien el pibe...”, bromea Romagnoli, una de las figuras del campeón versión 2001.
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“Pipi siempre fue un chico muy tranquilo, de barrio, y no era de hacer grandes manifestaciones, ni de ponerse a llorar ni de gritar con locura un gol. Pero sí estuvo muy contento con el título del ’95 y Silas, para él, era uno de los jugadores más importantes”, aclaró mamá Rita, fanática de San Lorenzo como el hijo, con las imágenes guardadas en el corazón, seis años después.
“Y poné bien grande que siempre fue de San Lorenzo, nada que ver con Huracán. El papá y muchos amigos suyos son quemeros, pero él nada que ver. Te lo juro”, repitió Rita, una vez más, desde la cómoda casa de Villa Soldati que Leandro ayudó a reformar.
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–Silas, ¿no hubieses querido terminar tu carrera en San Lorenzo?
–Sí, estuve cerca cuando el técnico era Ruggeri. No sé muy bien qué pasó, pero no se dio. Igual tengo un gran recuerdo de este club, de la locura de la gente cuando salimos campeones, que veo que se repite ahora. Es algo mágico.
–Y Romagnoli, ¿no te hubiese gustado jugar con Silas...?
–Sí, claro. Aprendí mucho de Gorosito, que es un gran jugador y me dejó muchas cosas. Lo importante para mí, de todas maneras, fue lo que me transmitieron todos los jugadores de experiencia, pero también fue fundamental Pellegrini; con él recuperé la confianza y me enseñó que en el fútbol también es bueno correr...
“Sí, ya me di cuenta de que corriste mucho, si nos dieron un baile bárbaro, menos mal que ya me vuelvo para Brasil, no quiero más...”, dice el brasileño, antes de una estruendosa carcajada. Y ahora sí asegura que Romagnoli ya es su sucesor. “Sí, ¿o no usamos la misma camiseta y jugamos en la misma posición?, pero las comparaciones son odiosas”, se ríe Silas. “Los dos ya quedamos en la historia de San Lorenzo. Todavía no lo puedo creer”, se sorprende el Nº 10 actual. Ya quedaron en los mejores libros de la fantasía y el talento, los conductores del campeón. Sin fronteras, seis años después.

Fuente: La Nacion

Marianela Colipe

"Tengo muchas ganas de irme ya a Europa"



Con picardía esquiva las piernas rivales en el campo de juego, con timidez se desenvuelve con la fama repentina. Se esconde de las admiradoras, se sonroja y baja la mirada ante los elogios. Así es Leandro Atilio Romagnoli, un hábil pibe de 19 años, que se divierte en San Lorenzo, que anteayer fue la figura en el triunfo por 3 a 0 ante Estudiantes, pero que mañana puede pasearse por las canchas del Viejo Continente.
"Quiero irme a Europa; si es ahora, mejor", sorprende el joven que usa la camiseta número 10, requerido por Milan, que lo cedería a Brescia a fines del mes próximo. Sorprende porque debutó hace meses: fue el 14 de diciembre de 1998, derrota ante Racing por 3 a 2 mediante. "No pasó mucho tiempo, es verdad. Pero yo creo que lo importante es llegar a la primera, jugar, afianzarse y después irte a Europa. Ese es mi sueño. Pero no tengo que olvidarme de que estoy en San Lorenzo, que faltan siete fechas y que quiero salir campeón", aclara el volante, aún inmaduro, según la visión del técnico Oscar Ruggeri.
Apenas tiene 30 partidos en primera. Sí, 30 encuentros, en los cuales no siempre ingresó desde el primer pitazo. Pero Romagnoli no duda. Habla en voz baja, pero firme. "A mí me pasan muchas cosas por la cabeza; todos me preguntan cuándo me voy a ir, si me quiero ir, que tengo que jugar bien para irme. Por eso no es fácil, tengo que hablar con mi familia, que me aconseja. Yo tengo que tener los pies sobre la tierra y pensar en San Lorenzo.
-¿Y qué te dice tu familia?
-Y, yo les dije que tengo muchas ganas de irme y que me tengo que matar acá, en lo que queda del campeonato, y que si no rindo no tengo posibilidades de una transferencia. Es así.
Es una ecuación simple. Los millones de afuera pueden más que las gambetas de adentro. Un rival desairado, otro hombre en el camino y una llamada al teléfono. De Italia, esta vez. Lo quieren ya; lo quieren cuanto antes. "No, cuando estoy jugando no pienso en el pase, cuando hago un enganche tampoco, pienso en el partido. Bueno, mis amigos me preguntan cuándo me voy a ir, que son todos rumores, que a mí nadie me dijo nada. A veces me pregunto cómo será la vida allá. Tengo muchas ganas de irme ya a Europa, pero me tendría que adaptar. No sé, debe ser feo estar fuera de tu país, de tu barrio, lejos de tus amigos", confiesa.
A los seis años, de la mano de mamá Rita, cruzó la puerta de la Ciudad Deportiva cuando un afortunado descubrió su talento en Pompeya Franja de Oro, un club de baby, a cuadras de su hogar. Allí empezó su historia. Subió escalón por escalón. Llegó a la cima. Ysiempre al lado de su madre, inseparable para Romagnoli, desde el tatuaje que le cubre el corazón hasta en sus palabras. "Mi vieja significa mucho. Cuando empecé a jugar al baby, y también acá, me traía siempre, porque mi papá trabajaba. Siempre estuvo, con 40º grados de calor o cuando llovía; es fundamental en mi carrera."
-¿Sería la persona que más extrañarías si te vas?
-No, porque me la voy a llevar. Ya se lo dije.
Se desvive por el pase. Repite que todo depende de su habilidad, de lo que resta del torneo, de demostrar que puede. Entre las presiones, entre las urgencias, se ríe cuando alguien le grita que simpatiza con Huracán. "Sí, ya sé que muchos dicen que soy de Huracán, pero de chico mi tío me hizo de San Lorenzo. Mi viejo me dijo cuando era chico que cada uno se hace del cuadro que quiere; no me obligó". Papá Atilio actuó en Huracán, Morón y Riestra; y se retiró días antes del nacimiento de Leandro.
Fuera de la Ciudad Deportiva, tras las fotos, ve pasar, fugaz, el colectivo 76. "Vivo a diez cuadras y siempre venía con el 76, hasta que me compré el auto", recuerda, antes de subirse al Peugeot 206 con vidrios polarizados. Tiempo pasado, que merece una respuesta cubierta de ironía. "Todavía no se rompió mi auto, pero cuando le pase algo, ponele la firma que voy a volver al colectivo; y espero que ese día no haya en el bondi hinchas del Globo; por las dudas..."
Por Ariel Ruya 
De nuestra Redacción 

Un triunfo para recuperar la confianza
Fue un triunfo para recuperar la confianza. Fue duro el golpe por la derrota ante Colón, en Santa Fe; por eso necesitábamos ganar así, para demostrarnos que todavía podemos pelear", sentenció Romagnoli, que recordó el éxito frente a Estudiantes por 3 a 0, anteanoche, en el Nuevo Gasómetro. Pálido primer tiempo, contundente segundo capítulo. Las dos caras de San Lorenzo invitaron a la desconfianza, primero, y al entusiasmo, después. "En la parte final demostramos que todavía podemos pensar que estamos para campeones. No fue un partido fácil, porque Estudiantes se metió muy atrás y no encontramos los espacios. Después, con Grisales y la levantada del resto, todo fue más fácil", señaló.
Lo acusan de discontinuo. De no mantener el mismo nivel en cada partido. Más aún. La irregularidad lo transforma en apenas 90 minutos. "No es fácil mantener siempre la misma actuación. Tengo que mejorar eso, así algún día seré un jugador casi completo."

Fuente: La Nacion

Marianela Colipe

Romagnoli: "Me falta mucho"

La humildad del nuevo conductor del Ciclón
Sábado 05 de febrero de 2000 | Publicado en edición impresa




MAR DEL PLATA.- Consumó su obra -lo mejor de la noche- y corrió; exprimió su camiseta y descubrió el tatuaje con el rostro de su madre, en el pecho. Fue, para Leandro Romagnoli, un arranque de año a todo ritmo. El pibe de 18 años que quiere convertirse definitivamente en el eje de San Lorenzo derrochó talento en ese golazo ante River, y quiere más. "No estoy acostumbrado a hacer goles; en mi carrera llevo cuatro. Ojalá lleguen muchos más. Pero siempre lo más importante es que el equipo gane y juegue bien. Y eso sucedió con River".
-¿Te gustó el equipo?
-Lo vi bien por ser el primer partido. Estuvimos sólidos en todas las líneas, presionamos como lo pensábamos. Creo que se notó. Arrancar así es muy importante.
-Dejaron atrás a River, pero ya se viene Boca...
-Es un equipo difícil, complicado. Pero tenemos mucha confianza en nosotros;ya lo demostramos anoche (por anteanoche).
-El Clausura ya está a la vista. ¿Cómo llegan?
-Hicimos una buena pretemporada. Faltan un par de días y los partidos que restan. Ojalá que tengamos un año aún mejor que el 99. Ni la gente ni nosotros nos conformamos con un segundo puesto. Queremos más. Y este trabajo apunta a eso. La pretemporada fue más dura que la anterior y eso sirvió.
-¿Están para pelear en todos los frentes?
-Sí. El año pasado lo demostramos, y ahora haremos lo mismo. Si en alguno no tenemos chances, nos volcaremos al otro, pero arrancamos apostando a los dos torneos. Hay plantel para eso. Y siguen estando esas ganas, ese hambre de ganar algo.
-¿Pero a vos cuál te atrae más?
-A mí me gusta más ganar el Clausura, pero por supuesto que la Copa es importantísima para San Lorenzo.
-¿Te ves campeón?
-Me encantaría ser campeón, porque nunca lo fui. Este es un grupo bárbaro y creo que tiene muchísimas ganas de ganar algo.
-¿Cuáles son los rivales más difíciles?
-El año pasado les ganamos a varios grandes, pero después vino Lanús y nos ganó.Todos son complicados.
-¿Te sentís el conductor del equipo?
-Puede ser. Sé que, como juego de enganche, la mayoría de las pelotas tienen que pasar por mis pies. Por eso trato de ser preciso para habilitar a mis compañeros. O de hacer goles. Ruggeri me pide movilidad y me da libertad para jugar.
-En otras palabras, el sucesor de Gorosito.
-Gorosito significa mucho para San Lorenzo. Es un gran jugador. Y a mí me falta mucho.

Fuente: La Nacion

Marianela Colipe

San Lorenzo 3 - Huracán 0.. Romagnoli 10!

San Lorenzo venció al clásico del barrio con una maravillosa actuación de Leandro Romagnoli que se fue ovacionado por todo el estadio cuervo. Los goles los convirtieron Ortigoza de penal, Salgueiro y Velazquez.




     Un clásico mas se jugo entre el Ciclon y el Globo, y como ya estamos acostumbrados Papá hizo lo suyo y se se quedo con la victoria. Se aplasto y condeno a un rival que tiene encima los fantasmas del descenso y que pese a sus intentos por sobrevivir en la 1º división, ya le queda poca vida en la máxima categoría del fútbol argentino. Una vez mas celebramos la vuelta del buen pie y de la magia en el fútbol de la mano del "Pipi" Romagnoli que deslumbro a todos nuevamente con sus gambetas intactas y su juego vistoso. El 10 de San Lorenzo le puso la cuota de calidad que necesitaba un partido tan áspero teniendo en cuenta las realidades de ambos conjuntos. Por un lado San Lorenzo que viene de quedarse sin técnico luego de la renuncia de Ramón Diaz y por el otro lado las vivencias de Huracán, el equipo del "Tito" Pompei que se encuentra en zona de promoción, muy cerquita del descenso directo.
     En un principio el Ciclón no empezó bien, le dio la pelota al visitante y parecía que los de Parque Patricios llegaban con mas peligro, aunque solo era una sensación, porque en ningun momento del encuentro pudieron asustar al buen arquero azulgrana, Pablo Migliore. Poco a poco las chances del local se hicieron mas visibles, primero en los pies de Pereyra y después en la cabeza de Tula, pero la suerte no acompañaba el buen rendimiento del equipo de Miguel Angel Tojo. Los últimos minutos del primer tiempo mostraron a un San Lorenzo totalmente agresivo en ataque con buenas asociaciones del "Pipi" con Ortigoza y Salgueiro que hacían soñar a todo Boedo con un 2º tiempo cargado de goles.
     El Ciclón arranco con todo la segunda mitad y a Los 8 minutos del complemento Gabriel Favale cobro una mano de Facundo Quiroga en el área, expulso al jugador de Huracán y sanciono penal, medida que no se sancionaba a favor de conjunto azulgrana desde hacia 32 partidos. Rápidamente Nestor Ortigoza tomo la pelota y teniendo en cuenta su gran eficacia desde los 12 pasos cambio el penal por gol y desato la fiesta cuerva en las tribunas. A los poco minutos, mas precisamente a los 15, Juan Manuel Salqueiro recibió un centro de Giancarlo Carmona desde mas de 40 metros, el uruguayo eludió en el área chica a Monzon y convirtió el 2 a 0 parcial que hundió un poco mas al equipo de Pompei. Para colmo de males para el globo Velazquez, quien viene con el arco cerrado, a los 23 minutos luego de un preciso centro de Aureliano Torres sentencio el 3 a 0 que termino de agrandar el carnaval en la tribuna local, que nuevamente veía como el "Clásico" rival, se volvía a su barrio una "Clásica" goleada. 
     Sin dudas no fue un partido mas para la gente del Ciclón, que venia golpeada luego de caer con Tigre en Victoria y perder a su Dt antes de un clásico tan importante. De todas maneras el equipo supo responder y levantarse ante la adversidad como San Lorenzo ya esta acostumbrado. De la mano de Leandro Romagnoli, que jugo un formidable encuentro y que marco la diferencia como lo viene haciendo desde hace 12 años en el profesionalismo, los de Boedo se ilusionan y sueñan con pelear hasta el final este Clausura y lograr la clasificación a las copas internacionales. El 10 volvió a ser titular y demostró que en sus pies esta el fútbol que  el Ciclón necesita para salir adelante y recuperar el terreno perdido en este campeonato. El "Pipi" salio ovacionado besándose el escudo del club que lo forjo como persona y jugador, emocionando a todos los hinchas que orgullosos corearon el tan conocido "Oleee Oleee Oleee Oleee Pipiiiii Pipiiiiii" y que cada vez se grita y se canta mas fuerte en cualquier cancha que pise este excelente enganche.
     Lo cierto es que la paternidad azulgrana crece, ahora son 32 partidos que marcan quien es el capo del barrio. San Lorenzo fue una fiesta, dentro y fuera del campo de juego, brillo con luz propia con jugadores que tienen ganas de lograr cosas grandes como Tula, Ortigoza y Salgueiro y con la entrega incondicional de su máximo referente y figura: el Señor Leandro Atilio Romagnoli, crack de cracks!







Por Marianela Colipe

Amigos más allá de los colores

Juan Carlos Padra, de Huracán, y Leandro Romagnoli, de San Lorenzo, tienen una amistad de 16 años, a pesar de vestir camisetas rivales. Ellos son un símbolo de paz para un clásico cargado de tensión
Sábado 09 de noviembre de 2002



“¿Sabés cuántos clásicos jugamos en las inferiores? Un montón. A veces ganaba San Lorenzo, en otras ganaba Huracán, era más parejo que en el profesionalismo; poníamos la pierna bien fuerte, nadie quería perder. Pero después del partido broméabamos un poco por el resultado y, a la tardecita, volvíamos a la plaza a seguir con la pelota. Siempre fuimos amigos y vivíamos el fútbol como una fiesta que duraba todo el día...”
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Tenían cinco años. Leandro le pidió la pelota a Carlitos, el dueño del juego bonito del equipo; luego de un par de gambetas, dejó en soledad a su flamante compañero, que definió con clase otro encuentro sin paridad. Es que Franja de Oro, un modesto club de Nueva Pompeya, que divertía a propios y extraños, lucía en el equipo a los lujos de Leandro Romagnoli y Juan Carlos Padra, talentos de San Lorenzo y de Huracán 16 años más tarde.
“Yo jugaba de once, bien de wing, como mi papá, que fue jugador. Padra era el diez del equipo, el que manejaba todo; yo estaba más cerca del arco. Después, teníamos que decidir nuestro futuro y tuvimos que cambiar de vereda. Otra no nos quedó...”, cuenta Romagnoli, en el quincho de su casa, junto con el mejor de sus amigos.
Son compadres desde siempre. Tienen bajo la piel las camisetas N° 10 y viven con la misma pasión de aquellos días el clásico de barrio, que se jugará hoy, una vez más. Romagnoli será titular y Padra actuará en la reserva, para que el talento no se ausente en ninguno de los dos cotejos.
De Franja de Oro, ocho años después, Padra siguió el sueño quemero; Romagnoli, la ilusión azulgrana. No pudieron –no quisieron– traicionar sus sentimientos. Allí escalaron con goles, caños y esperanza el trampolín que les dio el gran salto a primera. Pero ellos, amigos desde el preescolar, siguieron fieles a la costumbre. En la esquina de la casa de Pipi, allá por Villa Soldati, se reunían siempre a hablar de fútbol, de Huracán, de San Lorenzo, de mujeres y de sueños. Vivían a diez cuadras de distancia, y aún viven a diez cuadras de distancia. “En esa época compartíamos muchas cosas, hasta las minas compartíamos... No, en serio, nosotros éramos (y somos) muy unidos, no nos importaba si a uno le iba mejor que al otro. Porque cuando Huracán perdía con San Lorenzo después siempre íbamos a la misma plaza, con la misma gente, a jugar los mismos partidos. ¿O acaso los hinchas de Huracán y San Lorenzo no pueden ser amigos?”, se pregunta Padra, con flamantes claritos en el pelo y nuevos tatuajes.
Son fanáticos de las marcas en la piel. Tienen varias, pero comparten una debilidad: la imagen de sus madres. Norma luce orgullosa en la piel de Padra; Rita vive desde hace algunos años en el pecho de Romagnoli. Aquella esquina de la avenida Rabanal al 2000 y pico sigue siendo la debilidad de dos pibes de barrio. Pero la profesión, los viajes, las concentraciones y las novias (Celeste, de Romagnoli, Milena, de Padra) no dejan tanto tiempo libre. Prefieren ir a comer, a tomar algo y quedarse en casa, muy cerca de los suyos.
Se ponen las camisetas, con el sello del 10. Padra, desfachatado por naturaleza, dice que el nuevo diseño “le encanta”; Romagnoli, tímido desde siempre, cuenta que es la misma que voló en la altura de La Paz, en el match ante Bolívar, por la Copa Sudamericana, días atrás.
Vuelven a la plaza, a la misma plaza que divertía a un puñado de pibes con sueños de grandes. Se sacan las fotos, mientras los pedidos de autógrafos no cesan. Pero dicen que la fama es puro cuento. Que ellos son los mismos que alguna vez se divertían en boliches como Puerto, Club X y The End. Los mismos que dejaban a un lado la pelota y sufrían en la escuela San Martín, con varios aplazos y mucha fuerza de voluntad. “Yo terminé la secundaria, pero Pipi siempre fue muy vago (carcajadas) y dejó en primer año. Yo siempre le decía que siguiera; mirá que le insistí, eh”, sentencia Padra, con la sonrisa cómplice. “Y..., nunca me gustó. Repetí en el Estrada y después fui a la misma escuela que él. A Carlitos siempre le fue mejor que a mí, sobre todo con las mujeres... (otra carcajada)”, explica Pipi.
Tienen 21 años, pasó vida por sus cuerpos. Goles, frustraciones, títulos, promesas. Corren con clase en cada campo y viven como pocos el clásico de barrio. “Gana Huracán 2 a 1, con goles de Villa; Leandro va a hacer el del descuento, en el final, que no le va a servir para nada...”, asegura Padra. “No, pará, pará. Gana 2 a 0 San Lorenzo: Astudillo y Chatruc”, contesta Romagnoli. Pero qué importa el resultado si, como aquellos días juveniles, Leandro y Carlitos volverán a encontrarse en la misma esquina de siempre, con ganas de compartir otro picado entre amigos cuervos y quemeros...
Por Ariel Ruya
De la Redacción de LA NACION 
Fuente: Diario LA NACION

Marianela Colipe


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